Han pasado ya cinco años desde
que el Servicio de Información Toxicológica (SIT) del Instituto Nacional de
Toxicología y Ciencias Forenses (INTCF), perteneciente al Ministerio de
Justicia, detectó que la “Solución Mineral Milagrosa” (MMS) es en realidad un
compuesto tóxico (clorito de sodio al 28%) que es nocivo para la salud humana. Durante
la pandemia, la sustancia estaba siendo promocionada por los grupos
negacionistas del SARS-CoV-2.
Pero hay quien sigue erre que
erre, aprovechando que la gente desesperada hace cosas desesperadas. Los padres
de niños autistas están desesperados. Las afecciones sin cura, como el Trastorno
del Espectro Autista (de ahora en adelante, TEA), son terreno fértil para
charlatanes y vendehúmos que buscan vaciar los bolsillos de los padres
dispuestos a hacer cualquier cosa para ayudar a sus hijos.
Algunos charlatanes ofrecen un
tratamiento simple para el autismo que, según afirman, está siendo ocultado por
una malvada industria farmacéutica en connivencia con los gobiernos. Autocalificándose
como "luchadores de la libertad sanitaria", están listos para revelar
el secreto de la cura del autismo. Todo lo que los padres angustiados tienen
que hacer es comprar la Solución Mineral Milagrosa (MMS). Este
"milagro" viene en dos frascos pequeños, uno con una solución de
clorito de sodio al 28% y el otro con un "activador" ácido que puede
ser vinagre, ácido cítrico o ácido clorhídrico.
Al combinar el contenido de los dos
frascos se produce una solución de dióxido de cloro (ClO₂), un potente agente
oxidante. Los oxidantes roban electrones de las moléculas y dado que los
electrones son el pegamento que une los átomos en las moléculas, tienen un
potente efecto destructivo, ya sea en el ADN de las células bacterianas o en
las moléculas responsables del color. Por eso, el dióxido de cloro puede
utilizarse para desinfectar el agua o blanquear la pulpa de papel. Sin embargo,
la destrucción molecular en el cuerpo no es una buena idea.
Los números son la moneda de la
ciencia. Así que, veamos los números. Cuando se usa para desinfectar agua, el
residuo máximo permitido de dióxido de cloro es de 0,8 partes por millón (ppm).
Siguiendo las instrucciones de mezcla que vienen con la MMS, ¡la concentración
de dióxido de cloro en las gotas que se ingieren sería al menos 25 veces mayor!
A esa concentración, el dióxido de cloro desnaturaliza las enzimas y oxida las
proteínas y las grasas. Eso puede causar lesiones en el tracto gastrointestinal
y llevar a la expulsión de fragmentos dañados del revestimiento intestinal.
Pero los promotores de MMS
afirman que esos fragmentos tisulares son en realidad los "parásitos"
que causan el autismo que están siendo eliminados del cuerpo. Incluso si los
parásitos fueran una causa, sería imposible que el dióxido de cloro los
alcanzara sin destruir primero las células humanas. Los estafadores también
afirman que MMS destruye bacterias y virus a los que también consideran factores
causantes del autismo. No hay ninguna evidencia de que el TEA sea causado por
parásitos, bacterias o virus.
El dióxido de cloro en la sangre
también puede oxidar la hemoglobina, lo que provoca metahemoglobinemia, un trastorno
por el que la sangre no puede transportar oxígeno eficazmente a los tejidos.
También se conocen casos de diarrea, problemas respiratorios y daño hepático
con el uso de MMS. En resumen, a 25 ppm, el dióxido de cloro no cura nada; es
un veneno.
Aunque no existe cura para el
autismo, hay ayuda farmacológica disponible. La risperidona y el aripiprazol
son medicamentos antipsicóticos aprobados para el tratamiento de la agresividad,
las rabietas y la irritabilidad asociadas con el autismo. Estos medicamentos
pueden ayudar a restablecer el equilibrio de la dopamina y la serotonina, las sustancias
químicas cerebrales que se encuentran desequilibradas en el autismo.
Los médicos también pueden
recetar otros medicamentos como el Ritalin, para controlar el trastorno por
déficit de atención e hiperactividad (TDAH), o inhibidores selectivos de la
recaptación de serotonina, como el Prozac, para tratar la ansiedad, la
depresión y las conductas repetitivas. Las convulsiones que a veces se
presentan en el autismo se pueden controlar con anticonvulsivos como el
valproato de sodio.
También existe la leucovorina, un
medicamento que puede ayudar con una afección conocida como "deficiencia
cerebral de folato (DFC)", que presenta características del autismo, como
retrasos en el desarrollo, convulsiones y dificultades para la comunicación
social. La leucovorina no trata el autismo en sí, sino la deficiencia cerebral
de folato subyacente que puede coexistir con el TEA.
Quienes promueven la MMS para el
autismo, o para cualquier otra cosa, no defienden la "libertad
sanitaria" como afirman. Son charlatanes, mangantes y arrebatacapas que se lucran reenvasando un
agente blanqueador industrial barato y potencialmente peligroso que promocionan
descaradamente como cura para una enfermedad incurable.
Son unos criminales.
