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domingo, 10 de agosto de 2025

NUECES DE BETEL: LA MORTAL ADICCIÓN DE ASIA

Nueces de areca (Areca catechu) en un mercado de Bago, Myanmar. Este color rojo es el que causa el color de los escupitajos de la gente que consumen el "nueces de betel". Foto de Luis Bartolomé arcos.
 

¿Una delicia culinaria y cultural o un hábito mortal? ¿Sabías que hay una planta que puede añadir un sabor picante y refrescante a la comida, pero que es también capaz de causar cáncer si la masticas en exceso? Como sucede con las hojas de coca en los Andes, masticar “nueces de betel” por su efecto estimulante es una práctica común en Asia, donde se considera una costumbre social y cultural.

Mascada por casi una décima parte de la población mundial, la nuez de betel es la cuarta sustancia psicoactiva más utilizada después del tabaco, el alcohol y las bebidas con cafeína, según la Organización Mundial de la Salud.

La hoja de betel también se utiliza como ingrediente culinario, medicina tradicional y ofrenda ceremonial en algunas culturas asiáticas, donde se valora por su aroma, sabor y simbolismo. El betel es una planta fascinante y controvertida que ha sido parte de la historia, la cultura y la cocina del sudeste asiático durante milenios.

Pero se disfrute como especia, como estimulante o como una ofrenda religiosa, hay que consumirla con moderación y ser consciente del riesgo cancerígeno que acarrea su consumo.

Escupitajos rojos

Está de moda viajar por el sureste de Asia, por Tailandia, Mianmar y Vietnam, pero también, aunque menos, por Taiwan. Cuando pasean, los turistas se asombran al observar las aceras de las calles salpicadas de escupitajos teñidos de carmesí.

No es un espectáculo agradable. Los culpables: los masticadores de “nuez de betel. Cientos de millones de personas en el sur de Asia las rumian con regularidad, pero en ningún otro lugar la práctica ha atraído tanta atención científica o política como en Taiwán. En esa isla se exhiben las "bellezas de betel": unas jóvenes taiwanesas ligeras de ropa de miradas lascivas y sonrisas insinuantes, que saludan desde escaparates bien iluminados desde los que tientan a los potenciales clientes para que compren nueces de betel.

¿Qué son las nueces de betel?

Más que nueces, las de betel son, en puridad, las semillas del fruto de la palmera Areca catechu mezcladas con cal antes de envolverlas en hojas de betel (Piper betle), una enredadera de la familia piperáceas, la misma de la pimienta Piper nigrum, y de meterlas entre las mejillas donde, formando un amasijo ensalivado, se chupan y mastican como si fuera chicle.

Areca catechu es una palmera tropical originaria del sudeste asiático y el Pacífico, donde prospera en climas cálidos y húmedos, sobre suelos bien drenados y tolera cierta salinidad. De porte esbelto y elegante, presenta un tronco esbelto, liso y anillado, que puede alcanzar entre 15 y 25 metros de altura. La copa está formada por un penacho de 8 a 12 hojas pinnadas y colgantes, de hasta 2–3 m de largo.

Entre el penacho, agrupadas en inflorescencias alargadas protegidas por una espata, se reúnen cientos de flores masculinas y femeninas en la misma planta. Los frutos son drupas ovaladas, de 4–6 cm, de color verde al principio y anaranjado o rojizo intenso al madurar. Contienen una sola semilla dura, que una vez envuelta en las hojas de Piper betle, constituye el núcleo utilizado tradicionalmente para la elaborar la nuez de betel.

Piper betle es una liana originaria del sudeste asiático. Posee tallos delgados y engrosados con nudos que enraízan al contacto con el suelo. Sus hojas son alternas, cordiformes, enteras, coriáceas, de color verde brillante que emiten un profundo aroma característico. Es dioica, con inflorescencias en espigas axilares: las masculinas más delgadas y las femeninas más gruesas. El fruto es pequeño, carnoso y poco aparente. Prefiere climas cálidos y húmedos, suelos fértiles y sombreados, y se cultiva ampliamente por sus hojas aromáticas, empleadas tradicionalmente, como queda dicho, para envolver la nuez de betel.

¿Por qué se mastican las nueces de betel? Porque, además del sabor picante y aromático que aportan las hojas de betel, masticar lentamente las semillas de la palmera produce una estimulación leve del sistema nervioso central, similar a la cafeína pura, que se traduce en una mezcla de efectos estimulantes y ligeramente euforizantes, una sensación de calor, un bienestar general, una ligera anestesia oral, un despertar de los sentidos y, según cuentan, una mayor capacidad para trabajar. Unidos a un aumento de la salivación, que se tiñe de rojo por los pigmentos de la semilla, son los mismos efectos que consiguen, en los remotos altiplanos andinos, los herederos de los incas masticando hojas de coca mezcladas con raspaduras de cal.

La cal se añade por una razón muy concreta: actúa como alcalinizante, y eso cambia la química de lo que masticas para que el cuerpo lo absorba mejor. La cal en la hoja de betel eleva el pH y favorece que la arecolina esté en su forma más fácilmente absorbible. Además, la reacción alcalina intensifica el color rojo característico de la mezcla, que tiñe los dientes y la saliva. Resultado: el efecto estimulante se siente antes y con más intensidad. La cal se usa en cantidades muy pequeñas, porque en dosis altas es corrosiva y peligrosa. Por eso, a veces se sustituye por cenizas de plantas (que también son alcalinas).

Efectos negativos

Suena bien, ¿verdad? Así que ya sabes que debe haber un "pero". Y lo hay. Además de provocar adicción y dependencia psicológica, y daños en la mucosa bucal, manchas dentales y enfermedades periodontales, especialmente si se combina con tabaco, masticar betel está relacionado con un mayor riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes y asma. Sin embargo, el daño mayor es la fuerte asociación entre masticar betel y cáncer bucal. De hecho, en algunos países del sur de Asia, el cáncer bucal es la neoplasia maligna más común, hasta el punto de que su consumo ha sido evaluado por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer como un carcinógeno del Grupo 1, es decir, hay evidencia suficiente de que causa cáncer oral, motivado principalmente por la nuez de areca.

El principal compuesto psicoactivo de la nuez betel es el alcaloide arecolina, que imita la acción de la acetilcolina, un neurotransmisor que interviene en el funcionamiento del sistema nervioso. Es bien sabido que esta actividad similar a la de la acetilcolina puede provocar alucinaciones, además de diversos efectos secundarios. Por ejemplo, salivación excesiva que la nuez tiñe de un rojo intenso, que acaban en las manchas carmesí que salpican los pavimentos urbanos.

Sin embargo, la arecolina no explica todos los efectos fisiológicos observados en quienes mastican las nueces de betel. Los niveles plasmáticos de norepinefrina y epinefrina (adrenalina), dos hormonas secretadas por las glándulas suprarrenales, también se elevan, lo que probablemente explica el aumento de la frecuencia cardíaca y la temperatura de la piel. Los polifenoles específicos presentes en las hojas del betel pimienta podrían ser responsables de este efecto.

Además, hay un problema ambiental. Debido a la alta rentabilidad del cultivo de palma de betel, muchos agricultores han reemplazado cultivos tradicionales como el arroz por palma de betel, lo que ha provocado una grave erosión en las laderas. No debe sorprender, por tanto, que países asiáticos, con Taiwán a la cabeza, hayan implantado programas agresivos contra el betel.

Ling Ling, de 20 años, está en el margen de una carretera a las afueras de Taipéi. Viste un top ajustado y una minifalda transparente que revela un tatuaje. Está esperando a los conductores que paran y compran sus productos. En otras ciudades, se podría suponer que su “oferta” son servicios sexuales. Pero no aquí. Ling Ling vende nueces de betel. “Cuanto más bonita eres, más dinero puedes hacer”, dice. “Por eso me visto así”.

En Taoyuan City, cerca de Taipéi, se emitió una ordenanza que exige a las mujeres que venden betel cubrir pudorosamente las partes más atractivas de su cuerpo. Las mujeres, por supuesto, no están contentas con la norma, alegando, que vestirse de forma atractiva aumenta sin duda alguna sus ingresos. Ante las protestas, las autoridades fueron dando marcha atrás en la rígida aplicación de la norma.

Tienda de nueces de betel cerca de TaoYuan City, Taiwan

En septiembre de 2002 se instauró una política conocida como tres noes, que prohibía que las betel‑nut beauties (mujeres que venden nueces de betel) exhibieran vientre, senos o glúteos mientras trabajaban. Estas regulaciones generaron protestas por parte de las trabajadoras y colectivos defensores de derechos —como el “Collective of Sex Workers and Supporters”— que denunciaron vulneraciones a su libertad personal. Al poco tiempo, esta normativa fue matizada por las autoridades: se eliminó la prohibición de exponer el vientre, transformándose la medida en un "dos noes", de modo que solo se les exigía cubrir el pecho y los glúteos.

De momento, me quedaré con las almendras, las avellanas, los anacardos y las nueces de … Brasil.